lunes, 13 de octubre de 2008

EL DOSIER DEL ESPECTÁCULO

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martes, 20 de mayo de 2008

crítica La Provincia 28-12-2007 Alberto García Saleh

ALBERTO GARCÍA SALEH - LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. Aunque relegada a un segundo plano en cuanto a su difusión, la Sala Insular de Teatro, situada al final de la calle Primero de Mayo, sigue deparándonos gratas sorpresas a los amantes del teatro con vocación de riesgo y visos claros de innovación. El última caso vino de la mano de la compañía grancanaria Espíritus de Sal, que representó una adaptación divertida y original de la celebérrima Picnic del siempre iconoclasta Fernando Arrabal.

Para empezar, la obra se apoya en los tres actores principales, José Luis Rubio, Cristo Quintana y Elsa Plans que, con una innegable vis cómica, interpreta los papeles del soldado Zapo y El señor y la señora Tepán de forma francamente desternillante, y los tres realizan una labor encomiable en la que muestran una seguridad y un aplomo sobre las tablas más digna de valorarse aún si se tiene en cuenta que no tienen una gran experiencia detrás.

El reparto lo completan el propio Tito Alemán como el camillero y Ruth Sánchez como Zepo que afrontan con soltura y desparpajo esta adaptación que se desarrolla en dos planos paralelos y en donde, al principio, el texto de Arrabal se ve apoyado por Imágenes de guerra reales acompañadas por un rap con letra del poeta Miguel Hernández, y al final con instantáneas de unas Islas Canarias idílicas que se une al discurso antibélico y que acaba con la bomba atómica.

Lo verdaderamente meritorio y que resulta el punto más grotesco de la obra es que muestra una absoluta habilidad escénica para conjugar las situaciones cotidianas y domésticas más intrascendentes en medio de un drama como es una confrontación bélica. Todo ello con un tono inconfundible de absurdo a lo Ionesco pro un lado y de humor negro a lo Azcona por el otro. La excusa de la invitación a una comida familiar, y los momentos aleccionadores por parte de sus progenitores, estará trufado con un número indeterminado de instantes en los que el patetismo exagerado de los personajes lo que muestran en realidad son todas las debilidades humanas.

Al final hasta la invitación a degustar productos canarios y el sorteo de una cesta de Navidad resultan hasta teatralmente memorable pues los propios actores convierten el patio de butacas casi en una barraca de feria. El despegue de esta sala no puede ser mejor con las obras representadas hasta el momento ya que la SIT vuelve a recoger la antorcha del teatro alternativo en Canarias del mismo modo que en el pasado.